Por Porfirio M. López.
La autobautizada Cuarta Transformación o también conocida coloquialmente como 4T está llegando a su fin. Quedan pocos meses para que termine el sexenio que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador, lejos ha quedado ya el año 2018, sus promesas y sus discursos de cada mañana. Los “otros datos” ya no se sostienen, lo que es real es el desastre en materia de salud, seguridad, medio ambiente, criminalidad, transparencia, rendición de cuentas y aumento de la percepción de corrupción e impunidad, tampoco se sostiene el dicho de “vean como nos dejaron”.
Hoy en torno al presidente y lo que significa la 4T existe suficiente evidencia de su fracaso y también de su impunidad y corrupción, las cifras y la realidad desnudan las mentiras que cada mañana el presidente dice y repite como si fuera rosario. Dar dinero de forma universal a jóvenes, adultos mayores o productores agrícolas para sembrar arboles no muestran impactos en la calidad de vida de los ciudadanos.
La política de subsidios tanto a ciudadanos como a las empresas paraestatales como Pemex han sido un fracaso y han terminado en un espiral de endeudamiento.
Los datos de crecimiento económico durante el sexenio de la 4T no llegaron a cuatro, ni cinco, ni seis por ciento, el crecimiento económico fue similar a los periodos de gobierno neoliberal que tanto odia el presidente, en la práctica la 4T fue igual de neoliberal que los sexenios anteriores, reducción de gasto, entrega de apoyos sociales y control del andamiaje de la administración pública.
Durante el sexenio tuvimos la presencia de un presidente que se dedico a construir obras bajo el cobijo de las Fuerzas Armadas, tuvimos un presidente que inauguró esas obras, aunque estuvieran a medio construir, tuvimos un presidente que asumió su papel de víctima cuando evidenciaron su ineptitud, su corrupción y su impunidad, tuvimos un presidente que se dedico a alabar su personalidad o su “investidura” y se refugió en Palacio Nacional.
Al cierre del sexenio de la 4T el costo de la destrucción institucional que encabezó el presidente López Obrador está a la vista en diversos rubros. Por ejemplo, de sus obras de infraestructura ninguna está teniendo resultados optimistas en relación a su inversión y lo único que queda es la presencia de militares en la administración de esas obras o empresas. El costo del Tren Maya que ya fue inaugurado pero que no está terminado fue de 500 mil millones de pesos, un sobre costo de 228 por ciento del presupuesto original, a esa cifra hay que sumarle todavía 120, 000 millones que el gobierno tiene presupuestado para este año. En el caso de Dos Bocas la historia es similar.
Otro ejemplo del fracaso de la 4T en este sexenio es la puesta en operación de la línea aérea Mexicana administrada y operada por el Ejército. Dicha aerolínea fue presentada como un servicio de bajo costo, los vuelos iban a salir y llegar al aeropuerto internacional Felipe Ángeles. En realidad, los vuelos que ofrecen no tienen suficientes pasajeros, la única excepción es el vuelo a Tulum que es un aeropuerto también manejado por la Sedena.
La aerolínea será subsidiada por el gobierno hasta el año 2028, para su primer año de operación la Sedena tendrá a su disposición 7 mil 9 millones 68 mil 258 pesos con 60 centavos; las perdidas estimadas de esa ocurrencia presidencial costaran a todos los contribuyentes 2 mil 300 millones de acuerdo con las proyecciones de la Secretaría de Hacienda. Con estos datos se cae por completo el discurso presidencial de austeridad republicana.
Diversos analistas y especialistas coinciden en que la aerolínea está destinada al fracaso y lo único que lo mantiene viva es el presupuesto público que inyecta el gobierno de la 4T.
En materia de seguridad y combate a la criminalidad es donde la 4T muestra su más estrepitoso fracaso, echarle la culpa a Felipe Calderón ya no le funciona al presidente, han sido seis años de pura excusa, de pura ineptitud.
Ni la creación de la Guardia Nacional, ni el desplazamiento de efectivos militares en las entidades, ni la ocurrencia de “el pueblo está feliz”, ni el discurso de “vean estamos bajando la incidencia delictiva” han sido suficientes para mostrar que este sexenio será el más violento en la historia reciente. El sexenio de la 4T romperá todos los récords: 173,606 homicidios, un promedio de 95 diarios, un homicidio cada 15 minutos; las estimaciones consideran que el sexenio que concluye en octubre de este año cierre en la escalofriante cifra de 206 mil 489 homicidios. Si a ello se le suma la cifra de desaparecidos y fosas clandestinas los números son de una auténtica barbarie.
El ocaso y el fracaso de la 4T ahí esta a la vista de todos los ciudadanos y a pesar de ello hay quien insiste en mantener la continuidad de la 4T o peor aún construir el segundo piso de esa autobautizada 4T. Han pasado más de cinco años de la euforia por el triunfo de AMLO y hoy con datos y cifras reales puede uno darse cuenta de la destrucción institucional, de la corrupción, de la impunidad, de la ausencia de transparencia y del desastre que han dejado.