Informes de gobierno municipal: la tradición persistent

Informes de gobierno municipal: la tradición persistente

Por Porfirio M. López.

En días recientes los ciudadanos escuchamos y vimos una andanada de informes gubernamentales de cada uno de los presidentes municipales de la huasteca potosina, nada nuevo en lo que dijeron y presumieron como rendición de cuentas, básicamente los presidentes municipales continúan con la tradición de presumir obras públicas sin precedentes durante su gestión gubernamental y omiten señalar errores durante su ejercicio de gobierno. El ritual del informe de gobierno lo inició el gobernador Ricardo Gallardo Cardona semanas atrás y luego vinieron en cascada los informes de los presidentes municipales.

Para los gobernantes locales, dar lectura al informe de gobierno cada año es rendir cuentas, aunque el informe solo es una brevedad de ese concepto. La literatura define la rendición de cuentas como la obligación de todos los servidores públicos de dar cuentas, explicar y justificar sus actos al público, que es el último depositario de la soberanía en una democracia. Por tanto, rendir cuentas es un acto permanente, que está sujeta a sanciones en caso de incumplimiento y vigilancia de parte de los ciudadanos.

Rendir cuentas no es entonces lo que hemos visto tradicionalmente en cada informe de gobierno, no es el día del presidente municipal, ni es la presentación de una retahíla de datos y anuncios, mucho menos es una alabanza para el gobernante en turno. La rendición de cuentas para ser efectiva tiene que estar acompañada de mecanismos de control, fiscalización, ciudadanía y transparencia, lo cual en muchas ocasiones es confundido por numerosas administraciones públicas municipales.

El informe de gobierno solo es una pequeña parte de la rendición de cuentas. Para que ésta sea efectiva tiene que ser permanente, vertical y horizontal, estar acompañada de política pública de datos abiertos, donde cada ciudadano u organismo de la sociedad civil a cualquier hora pueda consultar información pública desglosada para conocer procesos de licitación, esquemas de adjudicación directa, ubicar proveedores de gobierno, gastos operativos de gobierno, pago de servicios, entre otros rubros de importancia para la ciudadanía y entidades de sociedad civil dedicadas a la investigación y difusión de buenas prácticas gubernamentales.

A pesar de que cada año los gobiernos municipales reciben capacitación en torno a la capacidad institucional de rendir cuentas, los presidentes municipales terminan haciendo del informe su propio espectáculo o monólogo de logros. Cada uno de ellos ante su cabildo y su andamiaje de funcionarios públicos cumplen con la premisa constitucional de rendir su primer informe de gobierno y dar lectura a un documento repleto de optimismo.

Lo que escuchamos y vimos en días pasados con los informes municipales, es que cada presidente municipal acorde con su estilo personal de gobernar y su personalidad, con su forma y con su disposición de recursos derrocharon narrativas optimistas ante cientos de ciudadanos y representantes de los sectores productivos e invitados que abarrotaron los recintos deportivos, las galeras municipales y las plazas públicas.

El común denominador fue estar en sintonía con la narrativa del gobierno estatal. Para cada uno de los presidentes municipales su plan de gobierno está dando resultados.

En la narrativa de los ediles locales todo es avance, todo está en simetría con el trabajo que viene realizando el gobierno del Estado, todo el trabajo desempeñado va de la mano de lo que hace el gobernante estatal, no hay espacio para la autocrítica o el error.

En la lógica del discurso de los presidentes municipales todo es agradecer y presumir, no tanto el apoyo de los recursos y transferencias federales sino el trabajo enlazado que viene realizando el gobierno emanado del Partido Verde. No es para menos, la mayoría de los munícipes ganaron sus espacios de la mano del partido en el gobierno estatal o se pasaron a las filas del partido del gobernador a pocos días de asumir el puesto.

Prácticamente todos los presidentes municipales alabaronsus logros anuales y la ampliación de servicios básicos enfocados en diversos sectores sociales. Nada se les escapó, anunciaron inversiones millonarias, una gran cantidad de calles pavimentadas, colocación de lámparas para alumbrar colonias populares, construcción de banquetas y guarniciones, ampliación de las redes de drenaje, reparación de redes de agua potable, apoyos para las mujeres, despensas para las clases más necesitadas, bacheo de calles, apoyos para los deportistas, impulso a los emprendedores, campañas de atención a las mujeres, entrega de insumos para el campo, programas sociales para los ejidos, atención a las comunidades indígenas y mejoras en la seguridad pública.

Lo que omiten decir todos los presidentes municipales es que toda esa obra pública es producto de las transferencias realizadas por el gobierno federal desde que en los años noventa del siglo pasado se crearon los ramos gubernamentales y sus respectivos fondos presupuestales etiquetados para el desarrollo social local. Sin ellos los presidentes municipales se quedarían sin narrativa y sin triunfalismos que presumir.

Seguir pensando que la rendición de cuentas es cada año con cada informe es mantener una visión limitada y poco confiable respecto a la labor de los ayuntamientos. La literatura respecto a la rendición de cuentas en los municipios pequeños indica que sigue siendo un mecanismo informal porque los ciudadanos conocen el patrimonio pasado y presente de su presidente municipal, conocen acerca de sus capacidades y ubican su capacidad para realizar obra pública. Quizá ello explica el porque los asistentes a los informes siguen siendo acarreados e invitados especiales.

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