Por Porfirio M. López.
El próximo domingo dos de junio habrá elecciones para renovar la presidencia de la República, el Senado de la República, el Congreso de la Unión y nueve gubernaturas, en total serán más de 19 mil 746 candidatas y candidatos buscando un puesto público; en ese sentido será la elección más grande en la historia reciente del país desde que inicio el proceso de alternancia democrática en el año 2000; a nivel presidencial estará en juego simplemente la continuidad de la Cuarta Transformación con todo lo que ello pueda significar o la restauración de la institucionalidad democrática.
¿Qué podemos esperar de esa elección? ¿Cómo se van a comportar los actores políticos? ¿Qué riesgos enfrentará el país luego de ocurrida la elección? ¿Qué papel asumirán los denominados poderes fácticos en amplias regiones del país? ¿Qué ofrecerán los candidatos y las candidatas que aspiran a obtener un puesto público a nivel distrito federal o local? ¿Qué opciones de futuro tendrán las promesas de los diversos candidatos a nivel municipal? ¿Qué conocimientos o experiencia en materia económica, social o cultural tendrán los aspirantes a contender por una gubernatura, una diputación o una presidencia local? ¿Qué nexos con grupos de poder factico tendrán los distintos aspirantes a ocupar una curul o un Ayuntamiento?
Esas y muchas más preguntas rondan en el aire, existe la incertidumbre sobre lo que pueda pasar más allá de quien pueda llegar a ocupar la silla presidencial, la cual por lo que indican las encuestas y sondeos de opinión será ocupada por primera vez por una mujer, habrá que ver en las próximas semanas una vez que inicien las campañas reales y se efectúen los debates quien tomará una ventaja final rumbo a la decisión final que tomarán los electores el domingo dos de junio.
A la fecha y con la fecha de inicio de campaña en ciernes ya se sabe que ofrecerán los candidatos a la presidencia de México. Por un lado, la candidata del partido oficial Claudia Scheimbaun Pardo promete continuidad de lo que se denomina Cuarta Transformación, ella la ha denominado la construcción del segundo piso de la 4T. No ha explicado con propiedad que significa todo ello, pero en la práctica implica impulsar las reformas pendientes del actual sexenio y mantener el discurso de polarización que ha empleado el presidente López Obrador. Es lo que se observó en la precampaña y será muy difícil que cambie el tono del discurso o que se aleje de los postulados e ideas presidenciales.
En torno a la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz la promesa que enarbolará en la campaña es la restauración de las instituciones que fueron afectadas por el actual sexenio, la conservación de la separación de poderes, el final de la polarización social y la construcción de una amplia agenda cívica donde estén todas las representaciones sociales del país para consolidar la democracia, preservar la paz social y las libertades.
En el caso del recién nombrado candidato presidencial de Movimiento Ciudadano Jorge Alvarez Maynez sus posibilidades de rebasar el diez por ciento de preferencia electoral serán su reto; presentarse como un joven luego de haber sido integrante de otros partidos políticos, hacer su presentación como candidato de la mano del gobernador Samuel García en una mesa con botana y cerveza, el visible alejamiento del líder nacional Dante Delgado y su apuesta por lo que autonombraron “nueva política” no generó ni levanto gran expectativa entre la ciudadanía.
Al margen de quien puede llegar a ser presidente de la República ya sea la continuidad o la restauración, otro gran detalle de esa elección trascendente es lo que va ocurrir en los distritos electorales y en los espacios municipales donde se disputarán los puestos a diputado federal, diputado local e integrantes de los cabildos entre el partido oficial y sus aliados -en el caso de San Luis Potosí, el Partido Verde- y los candidatos del Frente Opositor.
En ese juego local es donde la elección se pondrá interesante porque en los municipios se encuentran, se desarrollan, se amplían, se evidencian y se definen muchos de los problemas nacionales que el país viene arrastrando desde hace dos generaciones. Ahí es donde se podrá observar con puntualidad si permanece la continuidad o se gesta la alternancia para emprender la restauración de las instituciones democráticas.
De ahí la importancia de visualizar a los miembros de la clase política que ansían un puesto público por vez primera o los que se quieren reelegir, lo importante será cuestionar por qué quieren conservar el puesto público por tres años más, son demasiados los diputados que sin tener un gran trabajo legislativo o una trascendencia en su respectivo distrito quieren repetir en su curul. En un reporte publicado a fines del año pasado el Instituto Nacional Electoral (INE) reveló que 88 senadores y 467 diputados federales buscaban ser reelectos.
En el caso de la región huasteca varios alcaldes vinculados o que se pasaron de forma exprés al Partido Verde buscarán la reelección municipal y en algunos casos intentarán pasar la estafeta municipal a sus parientes o esposas con tal de preservar los clanes políticos. En torno a ello habrá que visualizar que acciones trascedentes hicieron o cuáles son las razones de peso para buscar la reelección a nivel local, que promesas electorales cumplieron, que inversiones y productividad atrajeron o que obra pública entregaron a sus ciudadanos.
En el caso de los integrantes del Congreso local ya inició la temporada de las suplencias, de las renuncias para irse de candidato a presidente municipal, para buscar ser nominado para una diputación federal o como mínimo figurar como apoyo en la elección de junio. En torno a los legisladores que integran la actual legislatura y que buscan la reelección todo es pragmatismo y oportunismo político, todos dicen amar a su distrito y a su partido, aunque en el origen provengan de lo mismo que hoy critican.
En resumen, en la elección del próximo dos de junio estará en juego y a prueba el futuro de la próxima generación de ciudadanos y la estabilidad de las instituciones de la democracia que se ha venido construyendo desde los años noventa del siglo pasado cuando los ciudadanos comenzaron a vigilar y organizar elecciones sin injerencia gubernamental y presidencial.